Principios

En su origen etimológico se entendía por "principio" el comienzo, la iniciación o el origen de algo, fundamentalmente en el orden físico. Posteriormente pasó a significar todo aquello que aparecía como el inicio u origen en el ámbito de realidades espirituales y, de ese modo, comenzó a hablarse de principios del conocimiento, lógicos o éticos.

En este sentido, principio es aquello de lo que algo procede de cualquier manera.

Los principios pueden tener lugar en órdenes muy diversos. En particular, nos interesan: 1) los principios cognoscitivos, los conocimientos inmediatos o directos de los que proceden todos los conocimientos (principios comunes) o un género de ellos (principios de la lógica, de las matemáticas, de la biología); y  2) los principios prácticos, que incluyen las proposiciones directivas o valorativas del obrar humano de carácter más universal.

Ambos tipos de principios los podemos caracterizar de acuerdo a las siguientes notas:

a) Sus proposiciones son primeras, es decir, "principios", en el sentido de que en ellos comienza y a partir de ellos se justifica todo tipo de razonamiento; por lo tanto, son anteriores lógicamente a las conclusiones, que tienen en ellos su fundamento primero.

b) Por la misma razón de ser primeros, estos principios no pueden ser conocidos por inferencia, es decir, por ningún tipo de razonamiento. No son, por lo tanto, inferidos de ninguna proposición anterior, ya que por su mismo carácter de principios no existen proposiciones que les sean anteriores. Por ello, han de ser conocidos directa o inmediatamente, por evidencia, por una captación directa del intelecto asistido por hábitos naturales.

c) Estos principios resultan necesarios para todo razonamiento, ya que sin su presencia al comienzo del raciocinio, éste resultaría imposible. Un razonamiento no puede remontarse indefinidamente de proposición fundante en proposición fundante, ya que la regresión al infinito haría imposible la fundamentación de cualquier conclusión. Y como, también resulta imposible detener el razonamiento en una proposición que no sea primera, pues sería necesario remitirse a otra para demostrarla y así sucesivamente, es necesario que existan principios de la demostración que otorguen validez a todo el razonamiento.

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