Por un buen liberalismo

Decálogo de las razones por las que los liberales deben admitir sus raíces cristianas.


  • Si guardan memoria de que la idea de la libertad humana arraiga en el pensamiento cristiano, que confirió al hombre la dignidad de una criatura a imagen y semejanza de Dios, y que, contra la incertidumbre relativista de múltiples verdades, proclama que “la verdad os hará libres”.
  • Si tienen conciencia de las dificultades de su doctrina y de la crisis de sus sociedades, pues según Pera la sociedad liberal es una unidad moral y espiritual que requiere de un revestimiento doctrinal adecuado y de virtudes a propósito.
  • Si comprenden que el liberalismo no puede ser autosuficiente, sino que su construcción depende de una elección que, en cuanto movida por la responsabilidad y la benevolencia hacia el prójimo, es una elección de matriz cristiana.
  • Si quieren resolver el problema de la estabilidad social, pues la libertad individual requiere, para no transformarse en violencia y caos, un límite y un sentido del pecado o de lo no negociable que sería siempre artificial si se confiase sólo a la imposición del derecho positivo.
  • Si no se quiere ser etnocéntricos y reducir los derechos humanos a la condición de privilegios propios de ciertas culturas.
  • Si se quiere dar un fundamento conceptual y no meramente histórico y anticlerical de la separación entre Estado e Iglesia, pues Pera considera que, a pesar de las luchas por el poder temporal, el cristianismo despojó conceptualmente a la figura del césar de su condición divina y proveyó al hombre de una dignidad que procede de Dios, y que es distinta de la ciudadanía que le otorga el Estado.
  • Si quiere conjurar el peligro o la profecía de su autodestrucción, pues, como decía Juan Pablo II, “una democracia sin valores se convierte fácilmente en un totalitarismo visible o encubierto” (Centesimus annus, n. 46).
  • Si recuerdan las atrocidades sucedidas cuando Europa ha abandonado el cristianismo y se ha “hecho pagana”: Auschwitz y los gulags.
  • Si quieren resolver la crisis moral que vive Europa actualmente.
  • Si quieren conservar el orgullo de su civilización, sostenerla cuando se la pone en cuestión, promoverla cuando se enfrenta a algún obstáculo, defenderla cuando se la ataca.

Marcello Pera, Perchè dobbiamo dirci cristiani. Il liberalismo, l’Europa, l’etica. Mondadori. Milán (2008).

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