Razón. Poesía. Verdad

La razón es sólo un modo de decir. Es sólo un lenguaje. Sólo un tipo de comunicación. Pero hay muchos otros lenguajes y comunicaciones. La razón no es el único lenguaje ni el más importante.

Parece que fuera de la razón sólo cabe el silencio. Pero fuera de la razón caben muchos otros lenguajes, muchas otras lógicas. Más allá de la razón no está la irracionalidad. Existen mundos perfectamente articulados que no pueden ser calificados como irracionales. Salir de la razón es compatible con seguir diciendo multitud de cosas.

El símbolo de la razón es la ciencia, y por eso hay quien supone que fuera de la ciencia no hay más que irracionalidad, capricho, azar, arbitrariedad, caos. Pero no, la ciencia es una pequeña parcela de la comunicación con unos rasgos propios que la distinguen de otros lenguajes.

Por otra parte, la verdad ha sido secuestrada por la razón durante milenios. Y sin embargo, la verdad es patrimonio del lenguaje, y no sólo de la razón. Hay verdad en el arte, en el amor, en la violencia, en la fiesta, en el canto y en la queja, en la risa y en el recuerdo. No todo hablar es un diálogo científico, y en otros lenguajes y sus conversaciones también habita la verdad.

Las razones son expresión de la verdad. Son expresión, pero no la verdad. Hay otros muchos modos de expresar la verdad. Las razones son la expresión de la realidad, pero no la realidad misma. Las razones son medio habitual de expresión, valen para decir el mundo, pero no vale ponerlas como primeras, únicas y exclusivas.

Es preciso redescubrir la verdad de los colores, de los sonidos, del amor… en otros lenguajes distintos a los de la razón porque ni los números, ni las leyes físicas o químicas expresan la totalidad del universo. El hombre es más que todos los tratados de antropología, psicología o biología juntos.

Un exhaustivo tratado científico acerca del amor no agota la verdad del amor. Si no, que se lo digan al poeta. El poeta dice también la verdad del amor y no pretende decir razones. En el corazón de la poesía está el simple afán de decir la verdad.

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