Más allá de la paridad


Hay que superar el modelo de la paridad. Esta es la propuesta de la psicóloga Susan Pinker en su libro La paradoja sexual (Paidós, 2009) donde propone un “feminismo de la diferencia”: reconocer la distinción en cualidades y preferencias entre uno y otro sexo, de manera que la efectiva libertad, la verdadera igualdad sea que las mujeres sigan caminos propios y no se “encajen” en modelos de trabajo masculinos.

Según Pinker, la idea de que las mujeres deben imitar a los hombres era relevante cuando era un modo de conseguir acceder a recursos y a oportunidades que hasta entonces estaban fuera de su alcance. Sin embargo, ahora las niñas y las mujeres obtienen tan buenos o mejores resultados académicos y los derechos de las mujeres están protegidos, como mínimo en Europa y en América del Norte. Entonces, ¿porqué un 60% de mujeres con talento rechazan ascensos o aceptan trabajos con salarios más bajos a cambio de introducir flexibilidad u objetivos sociales en su trabajo?, ¿porqué después de tantas políticas de paridad los trabajos no están repartidos al 50%?

Pues bien, uno de los motivos es que los puestos de trabajo y las jornadas laborales están diseñados según los conceptos de competitividad y de éxito masculinos, que son el modelo estándar. Esto, desanima a muchas mujeres, a pesar de que son muy inteligentes, cuentan con niveles educativos elevados y tienen capacidades extraordinarias.

El verdadero cambio vendrá por reconocer asimetrías de género en el ámbito laboral (aunque parezca políticamente incorrecto) y la verdadera libertad es poder compatibilizar identidades y cualidades femeninas con el desarrollo profesional. De esta maneta un síntoma de una sociedad libre es que las personas pueden tomar sus propias decisiones sin que modelos prefijados (i.e. masculinos) coarten su desarrollo como persona. En definitiva, la cuestión va más allá de la paridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario