Por ejemplo, Pierre Hadot que desde los años 60 rescata la figura del filósofo como aquel que desde los comienzos de la sabiduría antigua hace de su vida un ejemplo de vida. Para Hadot, la educación en valores de la paideia griega tenía como propósito educar en la virtud, la voluntad y la sabiduría mediante la práctica del cultivo de sí, a efecto de prevenir y curar las enfermedades del alma, y propiciar transformaciones buenas para uno mismo y para la sociedad. De esta manera nos presenta la Antigüedad como una reserva de experiencias humanas, ejercicios espirituales, reglas de vida y métodos de reflexión.
Y en este marco y tras la senda de Hadot se han ido sucediendo una serie de filósofos que revisitando a pensadores como Epícteto, Séneca, Sócrates, Platón, Marco Aurelio, Montaigne, Goethe e incluso Wittgenstein, ofrecen planteamientos relacionados con la moral, la ética y la educación en virtudes, elaborando propuestas sobre el “arte de vivir” o la consecución de una “vida realizada”.
La conclusión a la cual se llega es que es un posible un "arte de vivir" y el encuentro con las humanidades antiguas puede ser un buen comienzo: retomar experiencias de vida y de pensamiento, centrales para griegos y romanos (algunas de ellas asimiladas por el cristianismo) en las que todos podamos inspirarnos y buscar en los maestros antiguos reglas de vida y pensamiento.
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